Juan y Flora quedaron en secreto en el parque de Santa Margarita. Hacía días que no se veían y tenían que contarse muchas..., lo vamos a dejar en "cosas". Saltaron el muro; a esas horas está cerrado, subieron la cuesta; pone a prueba cualquier amor que se precie, llegaron hasta el observatorio y se sentaron en un banco mirando al cielo.
- ¿Me quieres? -dijo ella impaciente y mirándolo a los ojos.
- No...
- ¿No? ¿Has perdido interés en mí?
- Espera mujer que no me dejas terminar las frases. ¡No te quiero, te amo!
- ¡Ah, bueno! Ya me parecía a mí después de pasar por todo este esfuerzo... ¿Cuánto dirías que me quieres?
- ¡Mucho, muchísimo! Dáme un beso.
- Sí, se me ha hecho eterno no verte estos días.
Se dieron un beso apasionado, y cuando Juan estaba a punto de desabrocharle un botón de la camisa se separa de él.
- Pero, ¿ese muchísimo hasta dónde llega?, ¿qué significa?
- Hasta el amanecer.
- Pero Juan -desconcertada-, dentro de unos minutos se hará de día.
- Amor, ¿no ves que estoy ciego por ti?
- ¿Por mí culpa?
- No me comprendes.
- ¿Quieres decir que no vees nada? ¿ni a mí?
- A ti sí.
- ¡Pero me estas mintiendo, Juan! ¡En el fondo no me quieres, ni me amas, ni nada de nada!
- Tonta, fue lo primero que se me ocurrió. ¡Es una metáfora! Pensé que la ibas a oir entre las lineas.
- ¡No, es una mentira!
Flora cogió el bolso y lo dejó allí. Le iba diciendo:
- No vengas hasta que se me pase la nube esa - señalizando al cielo -. A ver si así ves.
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Published on e-Stories.org on 09.10.2012.
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