LA INDIFERENCIA
La indiferencia es otra de esas palabras, que con el permiso de la Real Academia de la Lengua aniquilaría del diccionario.
A los humanos se nos ha concedido, a diferencia de otros irracionales, los sentimientos. Y no se han regalado por casualidad ¡No!, sino porque es lo que nos imprime nuestro carácter hierático.
¡Amén!.
Si establecemos relaciones con otros humanos, con ausencia de los sentimientos, es”contra natura”, y es del todo absurdo no aprovecharlos. La indiferencia, es la ausencia de sentimientos hacia otros, y es sinónimo de cobardía.
El freno que nos imponemos para enfrentarnos a ciertas personas, es el miedo. Y el miedo nos lleva a la cobardía de afrontar lo hechos.
Y la cobardía nos lleva a la indiferencia.
Nadie es indiferente a todo. Eso es solo una pose, una actitud de los necios. Todos aunque no queramos sentimos.
¡Que le vamos a hacer chato!
Es más, si tomamos la indiferencia como arma arrojadiza del desprecio, como castigo hacia las personas, nos convertimos en jueces del destino... ¿Quienes somos nosotros para castigar o despreciar? ¿Acaso somos los dioses del Olimpo?
Realmente todo se paga en esta vida, y tener esas actitudes, que son de ida y vuelta, nos conducirán a un trayecto si retorno. A un pozo ciego.
El boomerang de la indiferencia, seguramente se vuelve, a quien hace de la indiferencia su estandarte .Su “modus viviendi” y su “modus operandi”
¡Como me gusta el latín!
Quien crea o sospeche que actuar con indiferencia es ser inteligente, está pero que muy equivocado. Solo un necio es capaz de asegurar que eso sea un signo inequívoco de inteligencia.
El silencio de las palabras. El autismo de los sentimientos es lo que hace que hombres y mujeres caigan irremediablemente en agujeros vacíos. Inertes .Yermos.
Tú puedes amar u odiar, porque esa es, la cara y la cruz de los sentimientos, ese algo íntimo que te hace sentirte vivo.
Pero no puedes ser neutro, sin trastienda, porque entonces dejarías de ser persona, para convertirte irremediablemente en un vegetal humano. Incapaz de afrontar la realidad.
¡Échale cojones a la vida!
Porque sino, cuando llegues allí arriba, un tal Pedro de apellido San. Te preguntara:
-¿Por qué lo hiciste?-
Y si no sabes la respuesta, te manda para abajo a vivir siete vidas más.
¡Es lo que hay!
Es bien cierto que la realidad a veces, no es, ni mucho menos como quisiéramos o deseáramos. Pero hay que ponerle latido a la vida, y no es la indiferencia la mejor solución.
Es la solución de los cobardes, de los inseguros, de los inmaduros y probablemente de los más pobres de espíritu.
¡Lastima!, que como humanos utilicemos la indiferencia para castigar al contrario. Es ese, solo un daño que volverá en otra ocasión a tocar a la puerta de tus sentimientos. Nada desgraciadamente queda pendiente en esta vida y es por ende, la justiciera de todos aquellos errores que cometemos.
¡Ámame u Ódiame!
Pero que sea tu sentimiento, precisamente la ausencia de el: La indiferencia.
¡Vaya paradoja!
Releguemos a la indiferencia junto a la Melancolía en ese desierto de los sentimientos absurdos que no nos dejan vivir en paz.
Por una vez, y sin que sirva de precedente. Yo pluma virtual de la escritora, te castigo a ti indiferencia… ¡con la indiferencia!
¡Verás como jode!
Y así, ya has desaparecido del diccionario de las palabras malditas, que era lo que yo deseaba. Esta vez la pluma ha ganado la partida.
Y seguimos…
Porque hay algunas más, que les tengo manía y van a salir en esta foto.
Àngels Vinuesa
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Published on e-Stories.org on 27.06.2005.
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